En 2024, me encontré usando aplicaciones de seguimiento del estado de ánimo como Daylio y Bearable para monitorizar mi bienestar emocional. El año comenzó de maravilla: me sentí increíblemente bien durante los primeros tres meses. Sin embargo, una enfermedad prolongada me afectó, y durante los cinco meses siguientes me sentí miserable. Este cambio drástico en mi estado de ánimo me llevó a cuestionar la esencia misma de mi felicidad. ¿Valía la pena vivir si esos momentos de felicidad eran tan efímeros?
Como jugador profesional de póker, estoy acostumbrado a registrar meticulosamente mis ganancias y pérdidas. Incluso durante las rachas de mala suerte, puedo ver mi progreso general y saber que, a largo plazo, voy ganando. Esto me hizo pensar: ¿podría aplicar el mismo principio para hacer un seguimiento de mi felicidad? Quería saber si, a pesar de mi enfermedad, estaba "ganando" en felicidad a lo largo del año.
Me volqué a Daylio con la esperanza de encontrar respuestas. Sin embargo, pronto me di cuenta de que estas apps solo mostraban un instante de mi felicidad: feliz durante los primeros tres meses, infeliz durante los siguientes cinco. Necesitaba perspectivas más detalladas para comprender el panorama completo. Descargué más de 30 aplicaciones de seguimiento del estado de ánimo, pero ninguna pudo responder a mi pregunta principal: ¿estaba realmente en positivo en términos de felicidad durante el año?
En muchos ámbitos de la vida, es esencial registrar tanto las ganancias como las pérdidas para obtener una visión completa del progreso. De manera similar, muchos controlan los pasos, las calorías, las horas de sueño y otros indicadores. Sin embargo, la medida más crucial—la felicidad—seguía siendo esquiva. Esta revelación me llevó a crear mi propio sistema con Excel y Notion. Asigné puntos a cada actividad, tanto positiva como negativa, y seguí mi progreso a lo largo del tiempo.
Para mi sorpresa, este método no solo resultó revelador, sino también entretenido. Pensar en términos de puntos me hizo más consciente de mis acciones. Por ejemplo, me di cuenta de que disfrutaba de los dulces pero nunca les otorgaba puntos. La próxima vez que quise comer algo dulce, no lo anhelé tanto porque sabía que no aportaba positivamente a mi felicidad general. A diferencia de los emojis, que ofrecen instantáneas emocionales limitadas, asignar un valor numérico a mis sentimientos creó un retrato emocional más detallado. Al desplazarme por el feed de números que representaban mis emociones, me sentí como Cifrado en «The Matrix», capaz de ver el código detrás de mis experiencias y revivir esas emociones con claridad.
Este recorrido me hizo comprender que debería existir una aplicación dedicada a esta forma tan completa de seguimiento emocional. Y así nació Emotly, antes llamada MyQualia.